Algunas veces tengo una sensación agridulce cuando vendo mis fotos: me alegro por ello pero me separan de algo mío y siento que traiciono mi obra, el valor pecuniario nunca será identico al valor que para mi tiene la belleza de mi foto. Es como si belleza y consumo no se llevaran bien.
Esto no me pasa cuando las regalo a alguien por agradecimiento. Ni cuando alguien quiere adquirir mi fotografía por que necesita que su belleza le acompañe en su momento vital. Necesitamos rodearnos de bellezas para ser felices.
Muchas gracias a Ramón y Silvia por querer conservar mis fotos en su hogar. Con vosotros no tuve esa sensación agridulce.
Comments are closed.